Cristina Bergua Vera

DESCRIPCIÓN:

Chica de 1,60 m., de complexión delgada, acostumbra a llevar el pelo largo de color castaño. Tiene los ojos de color marrón y tiene una peca en la parte derecha de la frente, sobre la ceja.

 

DESAPARICIÓN:

Fecha de la desaparición: 09/03/1997 (tenía 16 años). Salió de su casa en Cornellà de Llobregat (Barcelona) por la tarde y se la vio por última vez en la Carretera de Esplugues.

 

CONTACTO:

Comisaría de la Policía Nacional de Cornellà que lleva el caso. 933756900; o INTER-SOS: 676.166.977


HISTORIAL DE ACCIONES


Cristina Bergua: 8.939 días desaparecida

Fuente: https://www.lavanguardia.com/local/barcelona/20210829/7687335/cristina-bergua-dias-desaparecida-8939.html

 

El día de las Personas Desaparecidas sin causa aparente se celebra cada 9 de marzo. Ese día de 1997 desapareció Cristina Bergua Vera. Tenía 16 años. Este verano habría cumplido 41 y en su pequeña habitación del piso de sus padres en Cornellà de Llobregat la esperan sus muñecas y el perro de peluche blanco que le acababa de regalar su madre para gastarle una broma porque la niña no paraba de pedir un perro, pero de los de verdad. No hace tanto, el padre se tatuó en la muñeca derecha un 9M. No lo necesitaba para recordar.

 

Juan Bergua y Luisa Vera llevan soportando 24 años de ausencia sin perder ni un solo día la esperanza de saber qué pasó aquella noche. A estas alturas ya se conforman solo con saber para poder descansar. No esperan nada más.

 

El caso sigue abierto y vivo; recientemente los Mossos investigaron a un joven encarcelado en Ecuador

 

Han contado tantas veces a tanta gente lo que ocurrió aquel domingo en el que vieron por última vez a su hija que podría parecer que recitan la escena de memoria. Al contrario. Luisa es incapaz de no emocionarse cuando recuerda que la dejó sentada en la cama de su hermano Germán trasteando con la guitarra que la niña quería aprender a tocar. “¿No sales?”, le pregunto la madre. “Sí, estoy esperando a que os vayáis para arreglarme”, les respondió. Los padres salieron a dar un paseo y no pasaron ni cinco minutos de las diez de la noche que se empezaron a preocupar. Telefonearon a las casas de las amigas y así descubrieron que Cristina se estaba viendo con Javier Román, un chico mayor que su hija, con el que había quedado para terminar con la relación.

 

El joven reconoció que aquella tarde había estado con Cristina, pero que la acompañó prácticamente hasta la puerta de su casa porque cenaba con sus tíos. Fue imposible avanzar más. La Policía Nacional llenó las paredes del piso del joven de micrófonos, recorrió los kilómetros de alcantarillado que había justo en la alcantarilla que tapaba un armario del patio de la casa del sospechoso. Los Mossos d’Esquadra asumieron la investigación años después y revisaron de nuevo el caso, una y otra vez, llegando siempre al mismo punto que señalaba al mismo sospechoso del que nunca se encontraron pruebas directas ni indicios suficientes. Años después, aquel joven aceptó mantener una entrevista con el sargento que llevaba el caso. Respondió a todas las preguntas con la misma frialdad que en su día mantuvo con la Policía. Ni parpadeaba.

 

Juan y Luisa se gastaron el primer año de la desaparición 30 millones de las antiguas pesetas para imprimir miles de carteles con la fotografía de su hija que se repartieron en España y media Europa. Su lucha en búsqueda de justicia primero y de respuestas después desbordó a una sociedad que por fin empezaba a poner cara a los desaparecidos y rostro al sufrimiento. Juan Bergua y el padre de Llum Valls, una adolescente desaparecida que apareció muerta después, crearon en 1998 la primera asociación de desaparecidos que hubo en España, Inter-SOS. Una mosca cojonera que sacó los colores a unas administraciones incapaces si quiera de atender el desamparo que padecían las familias de los ausentes.

 

Con los años, otros familiares tomaron el testigo de la lucha y la reivindicación. Hubo un tiempo que Juan y Luisa cargaban con su dolor y aún dejaban espacio para soportar el de los familiares de otros ausentes que se sentían desamparados y perdidos.

 

Hace cuatro años, Juan y Luisa solicitaron que se declarara oficialmente el fallecimiento de Cristina. Era un trámite burocrático al que se resistían, pero inevitable para asegurar que el patrimonio familiar pasaría sin problemas al hijo que les queda. Lo podían haber hecho diez años atrás. Pero no estaban preparados. Ni antes, ni en el momento en que firmaron la petición. Juan perdió el conocimiento aquella mañana en los juzgados. Se desmayó al leer la palabra fallecida junto al nombre de su hija.

 

Luisa y Juan solo tienen palabras de agradecimiento para todos los que en todo este tiempo les han escuchado, llamado, consolado, ayudado y especialmente para los que nunca olvidan a su hija. En el despacho de la unidad central de homicidios de los Mossos d’Esquadra las cajas con los legajos del caso Bergua siempre están abiertas. “El caso sigue vivo”, advierte la inspectora al frente de la unidad. Siempre hay algún documento que repasar. Una gestión que mirar. Una búsqueda por realizar. Una nueva llamada a un testigo para preguntar si ha recordado algo nuevo. Hace seis años, un anónimo aseguraba que Cristina estaba enterrada en Gavà. Se buscó sin éxito.

 

Más recientemente, el padre alertó a los Mossos de un misterioso mensaje de un hombre que aseguraba echar de menos a Cristina. Los investigadores dieron con el autor, encarcelado en Ecuador y que había vivido en Cornellà y coincidido con Cristina en la cuadrilla de amigos. Los policías hablaron con la hermana, entrevistaron al hombre y trabajaron hasta descartar su participación. “Su recuerdo me ha venido a la cabeza”, aseguró.


Cristina se esfumó: el novio sospechoso, la pista del vertedero y el día de todos los desaparecidos

Los padres, Luisa Vera y Juan Bergua, mantienen la habitación de Cristina como ella la dejó. Luisa Vera y Juan Bergua, padres de Cristina.
Los padres, Luisa Vera y Juan Bergua, mantienen la habitación de Cristina como ella la dejó. Luisa Vera y Juan Bergua, padres de Cristina.

Fuente: https://www.elmundo.es/espana/2021/08/11/60df3227fc6c8383548b4595.html

 

Cristina Bergua tenía 16 años cuando salió de casa para romper con su novio y nunca regresó. "A estas alturas lo que queremos es saber, para bien o para mal, qué le ocurrió", piden sus padres.

 

 Horas antes del encuentro con los padres de Cristina Bergua Vera -16 años cuando desapareció el 9 de marzo de 1997-, repasando las notas sobre el caso en el AVE rumbo a Barcelona, reparamos en la coincidencia de la fecha.

- No nos habíamos dado cuenta del día que es hoy..., comentamos ya sentados en el comedor de su casa.

- Sí, hoy es el día de su cumpleaños, dice la madre con los ojos encharcados.

- Cumple 41, añade el padre.

- Quizás no sea el momento más oportuno para esta entrevista...

- No, no, eso no importa; todos los días son un mal día.

Juan Bergua (73 años) y Luisa Vera (72) siguen viviendo en el mismo piso de Cornellá de Llobregat donde vieron a su hija por última vez, hace ya 24 años. A escasos 50 metros, en una pequeña plaza en la esquina donde nace su calle, se inauguró en 2018 un monolito dedicado a Cristina y al resto de personas en paradero desconocido. En 2010, el Gobierno declaró el 9 de marzo Día Nacional de los Desaparecidos Sin Causa Aparente por la fecha en la que se perdió el rastro a Cristina Bergua. Su padre lleva tatuado un 9M en la muñeca derecha.

- Luisa: El monolito está aquí al lado, a diario pasamos varias veces por allí. Si vienes cansada de la compra, te sientas un rato.

- Juan: Te paras a un refresco, lo tienes enfrente, lo miras y ya sabes lo que hay.

- ¿Van allí a recordarla, a pensar en ella?

- Luisa: No, no, no vamos a pensar. El tema lo tienes metido en la cabeza siempre, da igual donde estés. Cuando pasó se nos metió en la cabeza y ya no ha salido nunca.

En la salita contigua a la estancia en la que charlamos comió la familia junta aquel lejano domingo de marzo de 1997: Cristina, su hermano Germán -seis años mayor-, la pareja de éste y los padres.

Germán y la novia se marcharon tras el postre. Las habitación de Cristina -Pitu, de pifuta- y la de su hermano estaban (están) comunicadas. La adolescente pasaba mucho tiempo en el cuarto de Germán porque allí habían instalado el equipo de música. Sobre las cuatro de la tarde sus padres la dejaron sentada en la cama de él, tocando, o tratando de tocar, la guitarra. "No sabía, pero se entretenía", recuerda Juan.

Esa es la última imagen que tienen de ella y éstas son las últimas palabras que le escucharon decir.

- Pitu, ¿no sales?

- Sí, estoy esperando a que os vayáis para arreglarme.

- Vale. Papá y yo salimos ya. Hasta luego.

Sólo habían pasado cinco minutos de las 22.00 horas, la hora que Cristina tenía como toque de queda. Suficiente para que sus padres comenzaran a sentir ese desasosiego que ya no se ha ido nunca.

- Juan: Entonces no había móviles y teníamos por norma que si salíamos dejábamos una nota: "Hemos ido a dar una vuelta". Y ella hacía lo mismo.

- Luisa: Si se retrasaba avisaba. La noche anterior, que fue sábado, llamó: "Mamá, estoy en casa de mi amiga Mireia. Me voy a quedar a cenar y a ver una película". Y dejó el teléfono de su amiga. Siempre lo hacía.

- Juan: Así que cuando se retrasó cinco minutos pensamos: "Qué raro que no haya avisado, algo ha pasado".

Lo primero que hicieron fue llamar a las amigas de Cristina. Así se enteraron de que su hija tenía una relación con un chico 10 años mayor, de nombre Javier. Esa tarde/noche, explicaron las amigas, no había salido con ellas porque había quedado con él con la intención de romper.

Germán, el hermano de Cristina, fue el primero que acudió a preguntar al susodicho. No lo invitaron a entrar en la casa; se quedó en el rellano. Javier estaba muy tranquilo. Efectivamente, Cristina había estado esa tarde allí, le dijo. Pero, como por la noche cenaba con su familia en casa de sus tíos, la había acompañado hasta el edificio de éstos, a unos 500 metros de la casa de Juan y Luisa. La dejó allí a las 21.00 horas.

La cita en cuestión no existía.

Ya de madrugada, los Bergua Vera tocaron de nuevo su timbre, esta vez fue la madre, Luisa. Escuchó el mismo relato, también desde el lado de fuera de la puerta.

Unos días después, la Policía registró la casa de Javier.

- Juan: Vive en una planta baja y en la terraza había un armario. Al levantarlo, encontraron una alcantarilla. Debajo había tres kilómetros de alcantarillado. La Policía recorrió los tres kilómetros a ver si encontraban algo y nada de nada.

La madre del sospechoso, que estaba en la casa la tarde de los hechos, no tardó mucho en visitar a Juan y Luisa. Parecía afectada.

- Luisa: Que sentía mucho lo que le había ocurrido a nuestra hija, que su hijo había salido de casa a esa hora y poco más.

El 3 de abril -25 días después de la desaparición-, el programa de TV3 Cas Obert invitó a Javier.

- Juan: Por orden judicial se le puso una cámara que lo enfocara fijamente para estudiar cómo reaccionaba cuando le hicieran las preguntas. Y tan tranquilo. Él fue el último en verla, pero no se ha podido demostrar que le hiciera nada. Lo han investigado muy en profundidad, mucho, mucho.

Javier no se interesó ni preocupó por el paradero de Cristina, no participó en las labores de búsqueda ni en la pega de carteles.

Cristina Bergua en 1997 (izqda.) y una imagen de cómo sería 10 años después.
Cristina Bergua en 1997 (izqda.) y una imagen de cómo sería 10 años después.

- Llevamos esa fotografía de allí -señala Juan la imagen de Cristina que hay enmarcada en el mueble a sus espaldas- a una copistería. Entonces una fotocopia en color costaba 100 pesetas e hicimos 300.000. [Gastaron 30 millones de pesetas, 180.000 euros].

- ¿Cómo pagaron todo eso?

- Juan: Con los ahorros de toda la vida y la ayuda de la familia.

Mientras la fotografía de Cristina Bergua recorría España y parte de Europa -la empresa Braun, entonces con sede en Cornellá, por ejemplo, y otros transportistas la pegaron en sus camiones-, Juan y Luisa atendían el teléfono, que no paraba de sonar.

Pese a que la Policía se lo desaconsejó, estamparon en los carteles el número fijo de su casa. De madrugada llamaban desde la zona de ocio del puerto de Barcelona, jóvenes y risas. O les informaban de la presencia de Cristina en Galicia, Alicante y Cádiz a la vez. "Mire, acabo de ver a su hija subida en la atracción del Martillo en la feria de Castellón". Tres horas en coche hasta allí y ni rastro del Martillo en toda la ciudad.

- Juan: Otra noche, suena el teléfono: "Papá, ven a buscarme; papá, ven a buscarme". La Policía rastreó la llamada y venía de una biblioteca. Resulta que había sido la limpiadora, una señora de 46 años. De esto tenemos para contar ciento y la madre, es que son 24 años... Pero, bueno, hay más gente buena que mala .

Durante muchos años no se marcharon de vacaciones por no separarse del teléfono.

Paralela a esta búsqueda por su cuenta, en la que siempre dieron palos de ciego -80.000 pesetas en un detective que desapareció con el dinero, videntes...-, se desarrolló la investigación oficial.

Los padres tardaron tiempo en saberlo, pero cuatro meses después de la desaparición, la Policía recibió una carta anónima. Escrita a mano, con letras mayúsculas, decía: "Busquen el cuerpo de Cristina en los contenedores de basura de Cornellá".

Tras un mes rastreando en el vertedero de Garraf, donde se depositaban los residuos de Cornellá, la operación se suspendió. "Si no se reanuda la búsqueda haremos una huelga de hambre en la plaza de Sant Jaume", anunciaron Juan y Luisa. La amenaza surtió efecto.

Se situó en un mapa el lugar preciso donde se tiraba la basura de Cornellá. Y no se lo creerán pero aparecieron todos los restos del año 1997 menos los del mes de marzo. Se supo por las fechas de los periódicos, facturas y otros documentos.

- Juan: Esa es otra espina clavada también. Se ve que ese mes la tiraron en otro sitio, vete a saber dónde.

En 1998, a la vez que la justicia decretaba el sobreseimiento del caso, Juan Bergua y el padre de Llum Valls, otra adolescente de 16 años que estaba en paradero desconocido, crearon Inter-SOS, la primera asociación de desaparecidos que hubo en España. Al poco se encontró el cadáver de Llum y Juan cargó en la práctica con el peso de la asociación.

Luisa Vera y Juan Bergua junto al monolito dedicado a su hija Cristina. Luisa y Juan junto al monolito dedicado a su hija.
Luisa Vera y Juan Bergua junto al monolito dedicado a su hija Cristina. Luisa y Juan junto al monolito dedicado a su hija.

Fue llamando a todas las puertas de ministerios e instituciones y sumando pasitos en su lucha porque se reforzara la búsqueda de los desaparecidos. Consiguió que las denuncias de los distintos cuerpos policiales se unificaran en una sola base, que el Parlamento de Cataluña aprobara y creara una unidad policial especial para estos casos, que no quedara un Ayuntamiento en España sin un cartel con los rostros de los ausentes, que se declarara el Día Nacional del Desaparecido...

La habitación de Cristina se mantiene prácticamente como ella la dejó. Es el cuarto típico de una chica que transita por la adolescencia. Las muñecas Nancy en la repisa y el poster de Bon Jovi en la pared. Sobre la cama, está el perro de peluche que sus padres le compraron de broma.

- Ella quería un perro de verdad y como no teníamos sitio en casa, en Reyes le regalamos éste: "Mira, ya tienes tu perrito".

Que Juan y Luisa conserven la habitación así no implica que la tengan como un santuario ni que se molesten si algo se toca. Prueba de ello son las letras "m-a-r-ta" que su nieta ha pegado en la puerta. La adolescente, que tiene ahora 16 años, la edad de Cristina cuando desapareció, duerme en la habitación cuando se queda en casa de los abuelos. Y si no está la guitarra de Cristina aquí es porque ella se la ha llevado. Tienen otro nieto de 12 años, Samuel.

Por ellos y sobre todo por su hijo, Germán, hace cuatro años pidieron que se declarara el fallecimiento de Cristina. Se puede pedir a partir de los 10 años de la desaparición; ellos esperaron 20. "Nos costó sudor y lágrimas firmarlo, pero no queremos dejarles problemas a nuestro hijo si nos pasa algo", explica Juan.

- ¿Qué creen ustedes que le pasó a su hija?

- Sólo barajamos que Cristina voluntariamente no se ha marchado. Mi hijo tenía en casa 250.000 pesetas [1.500 euros] que iba a dar para la entrada de un piso y ella lo sabía. Y se fue con lo justo, 1.000-1.500 pesetas, el DNI y las llaves de casa.

- ¿Creen que está viva?

- Sinceramente, a estas alturas lo que queremos es saber qué ocurrió, para bien o para mal, porque tenemos derecho a descansar. No quiero perder la ilusión, pero para mí que mi hija no está viva. Son ya 24 años y ni una sola llamada.


La policía sigue investigando la desaparición de Cristina Bergua después de 24 años

Fuente: elllobregat.com

 

La familia de la joven de Cornellà, última galardonada en la modalidad Aigües Braves de los VI Premios El Llobregat, no cesa en su empeño por encontrar a su hija y dar visibilidad a los casos de desapariciones sin causa aparente que siguen sin resolver.

 

La joven Cristina Bergua Vera, de Cornellà, no volvió a casa el 9 de marzo de 1997. Tenía solo 16 años. Desde entonces, han pasado 24 largos años (lleva 8.766 días desaparecida) y, pese a que se llegó a registrar incluso el vertedero del Garraf, su desaparición sigue sin esclarecerse a día de hoy. Sin embargo, y tal y como ha confirmado este martes la familia de la joven desaparecida, los Mossos d’Esquadra mantienen el caso abierto. “Parece inverosímil que después de tantos años la policía aún siga investigando”, han agradecido los padres de Cristina.

 

En el año 2010, el Gobierno declaró Día Nacional de los Desaparecidos Sin Causa Aparente el 9 de marzo, coincidiendo con la desaparición de Cristina. Por este motivo los padres de la chica –Juan Bergua y Luisa Vera- tienen previsto asistir al acto de homenaje organizado por la Generalitat para recordar a la joven de Cornellà y al resto de desaparecidos sin causa aparente.

Desde la desaparición de Cristina han removido cielo y tierra para buscarla. Incluso fueron los promotores en 1998 de Inter-SOS, la Asociación de Familiares de Personas Desaparecidas sin Causa Aparente. Desde entonces, la entidad ha atendido a cerca de 200 Familias y en la actualidad, forman parte de la asociación, 73 Familias que tienen una desaparecido que probablemente no ha escogido serlo.

 

Premio Aigües Braves

El pasado fin de semana, en la fachada del teatro Goya de Madrid se instalaron dos paneles gigantes eléctricos y durante 24 horas se estuvo pasando la foto de Cristina y de las otras personas desaparecidas sin causa aparente, Juan Bergua y Luisa Vera recogieron a finales del año pasado el VI Premio El Llobregat, en su modalidad Aigües Braves, en reconociendo a su tesón y su trabajo.


9 de marzo en el espacio dedicado a Cristina Bergua (Cornellà)

El día 9 de marzo por la tarde, varias familias acompañaron a los padres de Cristina Bergua Vera, en recuerdo de su desaparición en el año 1997.

 

Inter-SOS también estuvo en el encuentro, que este año ha tenido que ser más reducido, a causa de la situación sanitaria ocasionada por la COVID-19.



Juan Bergua y Luísa Vera, Premio Aguas Bravas, recordaron su hija Cristina, desaparecida hace veintitrés años

Fuente: www.elllobregat.com

 

Juan Bergua y Luísa Vera, Premio Aguas Bravas, recordaron su hija Cristina, desaparecida hace veintitrés años:

 

En primer lugar, dar las gracias a este diario y a todo su equipo por esta iniciativa de conceder estas 6º premios el Llobregat 2020.

 

Enhorabuena a todos das los premiados en esta edición. El premio Aigues Bravas tenía tres candidatos, y nosotros hemos sido los afortunados. Pero quiero enviar un saludo a Sergio, el primo de zumo sol, y a Ingrid, que estuvo 50 días con su hija pequeño, acampada delante del ayuntamiento de L’Hospitalet por tema de desahucio.

 

Ahora solo quiero dedicar unas pocas palabras el tema de los desaparecidos.

 

Cuando un ser querido está en condición de desaparecido, la incertidumbre sobre su paradero para su familia se prolonga indefinidamente y no es posible ponerle un fin mientras esa condición permanezca, ni siquiera es posible saber si la persona desaparecida si sigue con vida.

 

Por otro lado, porque tratándose específicamente de una hija menor de edad, su desaparición deja una vida sin realizar, ya que se trata de una vida joven que desaparece:

 

Sus posibilidades de realización les son arrancadas al mutilar de cuajo sus planes y sus deseos. De tal manera, que vivir esta amarga experiencia, es padecer una perdida interminable que nunca se consuma como tal.

 

Es vivir acompañado por una ausencia constante que nada parece resolver ni recuperar a quien desapareció, ni para consumar su pérdida, de tal manera que sea posible y continuar la vida para pasar a otra cosa.

 

La vida, requiere de una mente abierta para poder adaptarnos a los cambios, o más bien, a aprender a vivir sin tu hija (algo que es muy difícil) mi mujer y yo llevamos más de 23 años sin nuestra hija Cristina y, aún no hemos aprendido a vivir sin su ausencia.

 

La búsqueda de nuestra hija es un mandato del corazón que la inteligencia no discute.

 

Para finalizar, quiero que sepan, que cuando una persona desaparece, no desaparecen sus derechos, y uno de ellos, es el de ser buscado hasta sus últimas consecuencias.

 

Mi mujer, mi hijo, yo, y toda mi familia, llevamos más de dos décadas viviendo en una incertidumbre que no nos permite tener derecho a darle un duelo a justo a nuestra hija, porque mientras no hay cadáver no se puede celebrar duelo.


Desaparecida sin causa aparente Cristina Bergua, la ausencia que dejó huella

Juan Bergua, el padre de la joven, ante el monolito de Cornellà que recuerda a su hija y a los desaparecidos sin causa aparente (Carlos Manzano / El Llobregat)
Juan Bergua, el padre de la joven, ante el monolito de Cornellà que recuerda a su hija y a los desaparecidos sin causa aparente (Carlos Manzano / El Llobregat)

Fuente: www.lavanguardia.com

  • Desapareció en Cornellà el domingo 9 de marzo de 1997, con 16 años tras dejar a su novio, según confirmaron algunas de sus amigas
  • Fue vista por última vez por su entonces pareja en la carretera de Esplugues, hasta donde él dijo que la había acompañado

Cuatro meses después, la Policía Nacional recibió una carta anónima asegurando que el cuerpo de Cristina estaba en el vertedero de la ciudad. Tras algunos impedimentos administrativos de la Generalitat, no se halló resto alguno de la joven allí. El caso fue reabierto en 2007 a petición de la familia y, en 2010, el Gobierno declaró Día Nacional de los Desaparecidos Sin Causa Aparente el 9 de marzo, coincidiendo con la desaparición de Cristina.

 

Más de 22 años han pasado desde que Cristina Bergua desapareció aquel 9 de marzo de 1997 en Cornellà, sin causa aparente. La chica había quedado con su entonces pareja, Francisco Javier Román, para cortar la relación, según explicó el círculo de amistades de Cristina, y éste la habría acompañado hasta la Carretera de Esplugues, el último lugar donde fue vista.

 

La madre de Cristina, Luisa Vera, recuerda que su hija era “muy alegre” y asegura que no observó nada raro ni ningún cambio en su carácter antes de desaparecer sin rastro. “El día que desapareció habíamos estado comiendo en casa, después se arregló y se fue”, relata la madre sobre lo sucedido aquel domingo de 1997. Los padres de la chica, al ver que no volvía a casa, llamaron a algunas de sus amigas para saber si estaba con ellas, y fueron ellas quien les confirmaron que había quedado con Román.

 

“Fuimos aquella misma noche a ver si él –Javier Román- sabía algo, pero solo dijo que la había dejado en la Carretera de Esplugues”, recuerda Vera. La madre, además, asegura que el ex novio de Cristina “nunca ha venido a manifestaciones ni concentraciones por la desaparición”. “Pero esto es una cosa personal de cada uno”, añade.

 

 

Pero tal como sucedió en 1997, las declaraciones de Javier Román no acabaron de convencer a la familia ni al pueblo de Cornellà, pese a que nunca se pudo demostrar que estuviera implicado en la desaparición de Cristina. Román, tiempo después, sería condenado y encarcelado por otro delito de tráfico de drogas al intentar introducir en España más de 3 kilos y medio de cocaína.

 

Juan Bergua, el padre de Cristina, no acabó de entender las declaraciones difusas que Román dio tras la desaparición de su hija. El quid de la cuestión está en las diferentes versiones que el individuo proporcionó a diferentes familiares de la desaparecida. “Después de lo que le dijo a mi mujer fue mi hijo a preguntar y nos inquietó mucho la pasividad que tenía”, dice Bergua, recordando diferentes “mentiras” que Román les dijo respecto a la desaparición. Entre sus declaraciones, según asegura el padre de Cristina, se encontraban afirmaciones como “ya volverá” o que se había ido a Andorra con un tío que tenía y volvería cuando tuviera la mayoría de edad. “Un montón de mentiras: a las pruebas nos remitimos, han pasado 22 años y estamos como el primer día”, sentencia Bergua respecto a las declaraciones del exnovio.

 

A los cuatro meses de desaparecer Cristina y sin pruebas aparentes llegó una carta anónima a la Policía Nacional con la primera pista: el cuerpo de Cristina podría haber sido depositado en un contenedor de Cornellà. Al haber pasado tanto tiempo, la búsqueda tenía que efectuarse en el vertedero del Garraf, a caballo entre Gavà y Begues, a donde iba a parar toda la basura del área metropolitana de Barcelona.

 

“No estamos contentos con el trabajo que se realizó”, afea Bergua, porque “desde que se recibió la carta hasta que empezaron a buscar pasaron 11 meses”, lamenta el padre de Cristina ante la poca implicación, especialmente de la Generalitat. Bergua asegura que cuando se comenzó a buscar a su hija el gobierno catalán paralizó a los 30 días el operativo por “su alto coste”.

 

Luisa y Juan no pararon en su lucha para hallar a Cristina e incluso, tras hablar con Núria Gispert, consellera de Justicia por aquel entonces, se plantearon hacer una huelga de hambre indefinida en la plaza Sant Jaume. Pero entonces llegó el milagro: la titular del juzgado número 3 de Cornellà, María Sanahuja, ordenó seguir registrando bajo su responsabilidad el vertedero. No hubo suerte, pero era la única pista que había en ese momento.

 

El caso de la desaparición de Cristina Bergua pasó de la Policía Nacional a los Mossos d’Esquadra. De hecho, Luisa y Juan, a través de InterSOS, fundación creada en parte por ellos para apoyar a las familias de personas desaparecidas sin causa aparente, pidieron en el Parlament que se creara una unidad especial de búsqueda para este tipo de casos. Fue votada por unanimidad en la cámara catalana, pero no fue hasta 2008, cuando los Mossos se desplegaron, que fue efectiva.

 

Un año antes de la puesta en marcha de esa unidad especial, en 2007, el caso fue reabierto a petición de la familia. Los agentes de Mossos volvieron a interrogar a familiares y amigos de Cristina. Este hecho, según asegura el padre de la desaparecida, se llevó a cabo porque “las niñas ya eran mujeres” y querían saber si algún tipo de información que omitieron en su momento podía salir a la luz y ayudarles a encontrar a su hija. Pero no se consiguieron nuevas pistas entre las declaraciones de los afectados por la desaparición de la chica.

 

El ADN. En una década la ciencia y la tecnología avanzan, y así lo pensaron los padres de Cristina. Por este motivo, se analizó la carta anónima para encontrar restos de ADN, a partir de la saliva del sello pegado en el sobre. Sin embargo, los investigadores no pudieron hallar coincidencias significativas para inculpar a nadie y hallar algo de luz a un caso con muchos interrogantes.

 

Sea como sea, Luisa y Juan están muy “agradecidos al pueblo de Cornellà”, tanto a vecinos como a los representantes del Ayuntamiento, por todo el apoyo que les han brindado durante estos 22 años. Un monolito en el barrio de la Gavarra, cerca de donde residía Cristina, recuerda la desaparición de la chica en 1997. Al acto de inauguración, en 2018, acudieron el actual alcalde de la ciudad, Antonio Balmón, el ex alcalde y ex president de la Generalitat, José Montilla, acompañados por el célebre periodista Paco Lobatón, que se volcó en el caso.

 

La lucha de los padres por encontrar a su hija Cristina marcó un antes y un después en la búsqueda de personas desaparecidas. Tanto es así, que el Congreso aprobó por unanimidad en 2010 elegir como el Día Nacional de las Personas Desaparecidas Sin Causa Aparente el 9 de marzo, el día en que se le perdió la pista a Cristina. Ese reconocimiento, además, permitió que el Ministerio del Interior comenzara a dar datos desde ese mismo año de las personas desaparecidas en toda España.

 

La desaparición de Cristina Bergua marcó unos protocolos de actuación que hasta 1997 eran deficitarios. En 2009, cuando desapareció Marta del Castillo en Sevilla, se registró más ágilmente el vertedero donde se sospechaba que estaba el cuerpo. La lucha por encontrar a Cristina sirvió, según su padre, para que “con Marta del Castillo todos fueran a buscar, como tiene que ser”.

 

 

Desde 2008 Mossos cuenta con una unidad de desaparecidos, y los padres de Cristina destacan el trato y apoyo que les han brindado los agentes, en especial, el mosso Jordi Domènech. Hasta el ex Major Josep Lluís Trapero dio orden para que se atendiera con prioridad a las personas que denunciaban una desaparición. Juan recuerda que la implicación de Trapero en el caso fue tal que le dijo: “Si os llega alguna queja a InterSOS me llamas”.


2010


Juan Bergua en LAS MAÑANAS de TVE1 (Parte 1/2)(29/12/2010)

Juan Bergua en LAS MAÑANAS de TVE1 (Parte 2/2)(29/12/2010)



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Los jueces deben escuchar mas a las familias de los desaparecidos
19/11/2010
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2009


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Un granito de arena
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2008


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Los otros desaparecidos
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Nuevo impulso para esclarecer una dramática ausencia
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